jueves, 21 de octubre de 2010

CERTEZA


Supo perfectamente el momento en que cayò.
Conociò el minuto exacto en que fue vìctima de sus encantos, para siempre.
En medio de una red de besos y palabras, lo supo.
Supo que resistirse era inùtil.
Y ya no hubo marcha atrás.
La chispa del primer roce bastò
para ver arder la pila de heno que descansaba, inerte, en su pecho.
Sintiò felicidad correr por sus venas, como una inyecciòn de morfina.
Supo que era real e importante aquello que habìa confinado a un rincòn de su corazón
y que nunca habia querido llamar por su nombre.
Pintò el probable retrato de otra vida.
Supo que no existìa el miedo.
Supo en fin que, inminente y certero,
el amor se cruzò en su camino
para hacer que lo supiera todo… a destiempo.


lunes, 18 de octubre de 2010

SONETO DE SANTA TERESA


"Si para recobrar lo recobrado
Tuve que haber perdido lo perdido,
Si para conseguir lo conseguido
Tuve que soportar lo soportado,
                        Si para estar ahora enamorado
                        Fue menester haber estado herido,
Tengo por bien sufrido, lo sufrido,
Tengo por bien llorado, lo llorado.
Porque después de todo he comprendido
Que no se goza bien de lo gozado
Sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprobado
Que lo que tiene el árbol de florido,
Vive de lo que tiene sepultado."
(Santa Teresa de Jesús)


sábado, 16 de octubre de 2010

Terapia del Closet

Amanecí inspirada y me propuse limpiar y organizar mi closet. Empecé por sacar la ropa que desde hace tiempo ya no usaba. A medida que iba sacando y revisando cada pieza, jeans, blusas,  zapatos, carteras, mi mente iba viajando por los recuerdos que cada una encerraba: Donde compré tal blusa, alguna ocasión especial en que la llevaba puesta, la primera vez que usé tal cartera, etc, etc.  Así, poco a poco, fui rindiéndole a cada pieza desechada su propio ritual interno de despedida y curiosamente  iba sintiendo una especie de “proceso” en mi mente y mi corazón.  
Así fue como me di cuenta que limpiar el closet puede ser tremendamente terapéutico y de gran ayuda para los que, como a mí, se nos dificulta decir adiós.
Por eso decidí llamarla la “terapia del closet”.
 Me comencé a sentir diferente, más liviana, más contenta, más en paz. Y es que de la misma forma que acumulamos cosas en el closet, lo vamos haciendo en el alma. Deshacernos de esos trastes físicos nos puede ayudar a procesar y despedirnos de recuerdos y emociones que también están acumulados en el corazón y que deben circular, porque si se quedan ahí no nos permitirán avanzar en nuestra evolución como persona. Después leí que los expertos llaman a esto “clutter” emocional, que significa algo así como “cúmulo desorganizado” de emociones. (No encontré una traducción exacta para “clutter”. Algunos diccionarios la tienen como “desorden”, “cúmulo”)
Luego del closet, ya no pude parar. Comencé a limpiar todo el “clutter” que tenía en varias partes de la casa:  gabinetes, gavetas, estantes y hasta ese mismo cuartito que todos destinamos para “guardar cosas”, lo dejé libre de “clutter”. Demás está decir que el proceso emocional fue aún mayor. Fui diciéndo adiós a recuerdos, fantasmas y energías, no necesariamente negativos, pero que ya habían cumplido su cometido dentro de mi vida y ya era tiempo de que se fueran, quizás para volver algún día, quizás para no volver nunca más. Pero cualquiera de las dos posibilidades solo se puede cumplir diciendo adiós y dejando ir.
Nada en el universo debe permanecer estancado. Todo debe moverse, girar,  evolucionar, partir.
La vida es nuestra gran maestra, cuando la sabemos interpretar. Curioso es como todo eso lo pude aprender con la simple decisión de limpiar el closet.

miércoles, 13 de octubre de 2010

40 cosas para no olvidar

La vida no viene con un manual de instrucciones. Sin embargo y afortunadamente, de vez en cuando nos encontramos con textos inspiradores destinados a ayudarnos en nuestro camino. Este es un compendio que pienso nos podría ser muy útil. Disfrútenlo.

40 cosas para no olvidar
1) Nunca prives a nadie de la esperanza; puede ser lo único que una persona posea.
2) No tomes decisiones cuando estés enojado.
3) Cuida tu postura física.
4) Nunca hables de negocios en un elevador.
5) No pagues un trabajo hasta que esté concluido.
6) Cuídate de quien no tenga nada que perder.
7) Aprende a decir "NO" con cortesía y presteza.
8) No esperes que la vida sea justa.
9) No dudes en perder una batalla, si esto te lleva a ganar la guerra.
10) Se atrevido y valiente.
11) No aplaces las cosas. Haz lo que sea preciso en el momento preciso.
12) No temas decir "no sé".
13) No temas decir "lo siento".
14) Elogia a tres personas cada día.
15) Contempla el amanecer por lo menos una vez al año.
16) Mira a los ojos a las personas.
17) Di "gracias" con frecuencia.
18) Di "por favor" con frecuencia.
19) Gasta menos de lo que ganes.
20) Trata como quisieras que te trataran.
21) Haz nuevas amistades y cultiva las viejas.
22) Guarda los secretos.
23) Reconoce tus errores.
24) Sé valiente; si no lo eres, finge serlo, nadie advertirá la diferencia.
25) Utiliza las tarjetas de crédito sólo por comodidad, nunca por el crédito.
26) No engañes.
27) Aprende a escuchar. A veces las oportunidades tocan muy seguido  a la puerta.
28) Elabora una lista de las cosas que desees experimentar antes de morir. Llévala en tu cartera y consúltala con frecuencia.
29) Haz oídos sordos a los malos comentarios.
30) Las ideas buenas, nobles y capaces de cambiar al mundo provienen siempre de una persona que trabaja sola.
31) Cuando entres en algún lado, el que sea, hazlo con determinación  y confianza.
32) Cuando tengas un limón, siempre procura hacer con el una limonada.
33) Ten un perro, pero no permitas que moleste a los vecinos.
34) Recuerda los cumpleaños de los demás.
35) Canta en la ducha.
36) Utiliza el dinero honrado.
37) No fumes.
38) Nunca permitas que te vean borracho.
39) Presta sólo los libros que no te importe recuperar.
40) Elige con mucho cuidado al compañero (a) de tu vida, de esta única
decisión se derivará el 90% de tu felicidad


domingo, 10 de octubre de 2010

FÁBULA

Siempre me ha gustado esta historia y la comparto cada vez que tengo la oportunidad.
Espero les guste y les sirva tanto como a mí.


LA HISTORIA DEL BURRO

Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer. Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo.

Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra al pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de tierra.

El campesino miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vió. Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: Se sacudía la tierra y daba un paso encima de la tierra. Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando.

La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra. El truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos.

¡Usa la tierra que te echan para salir adelante!

Recuerda las 5 reglas para ser feliz:
- Libera tu corazón del odio.
- Libera tu mente de las preocupaciones.
- Simplifica tu vida.
- Da más y espera menos.
- Ama más y... sacúdete la tierra porque en esta vida hay que ser solución, no problema.


sábado, 9 de octubre de 2010

ETIQUETA EN EL CINE

Había jurado por todos los santos no volver más nunca al cine en este país. Aquí la gente no tiene el más mínimo concepto de lo que son los modales al momento de ir a ver una película. Empezando por el hecho de que a nadie se le ocurre poner el celular en vibración y como si esto fuera poco, ponerles unas clases de timbre que los hacen sonar a todo volumen. Para coronar, cuando contestan no se limitan a decir que están en el cine y que llamen más tarde, noooo!!,  se ponen a conversar como si estuvieran en el patio de su casa.

Una de mis anécdotas más memorables en el cine fue la que sucedió un día en que, después de mucho convencimiento por parte de mi amiga, esta logró que yo la acompañara a ver una película.
Compramos las palomitas de maíz y nos sentamos cómodamente a ver los avances de las próximas atracciones. Una vez que la sala estuvo a oscuras se sentaron, justo detrás de nosotras, dos chicas con un chismorreo y una risita que ya traían desde la puerta.
Yo  le clavé los ojos a mi amiga con un “Jum, te lo dije, ya yo ví”, pero ella trató de tranquilizarme: “No ombe, tu verás, ellas se callan desde que empiece la película”.
Demás está decir que las dos mujeres nunca se callaron. Nosotras lanzábamos miraditas esporádicas hacia atrás apelando, sin éxito, al sentido común de las distinguidas. Un rato mas tarde, la “banda sonora” que teníamos detrás se había vuelto insoportable. Ya estábamos enteradas de la hora exacta en que una de ellas fue al salón, cual shampoo era el que le resecaba el pelo, cuantas veces la llamó fulano pidiéndole perdón “pero que sufra un chin más para que aprenda que a ella no se le hace eso”, y que perenseja bailó encima de la mesa después de tres shots de tequila.

Hasta que en un momento desesperado, mi amiga se volteó y en medio de aquella oscuridad y de la película, procedió a otorgarles a las dos “cotorras” un corto pero muy sustancioso sermón sobre la etiqueta que se debe guardar en el cine, culminando con un “no se puede ser tan ignorante, carajo!”

Santo remedio. Desde atrás no se volvió a escuchar “ni pío”. La película transcurrió en paz hasta su final. Se encendieron las luces, tomé mi cartera y me dispuse a abandonar mi asiento solo para descubrir a mi amiga definitivamente pálida, mirando hacia atrás y con un hilito de voz diciendo: “Ay Cuñis, y eras tu que estabas ahí????”

El esfuerzo que tuve que hacer para no explotar de la risa ahí mismo me puso a sudar. La “Cuñis” en cuestión era la hermana del individuo que hacía poco había comenzado a salir con mi amiga, la misma que hacía un momento había dado tan elocuente sermón y que ahora no encontraba más palabras que: “ay” “bueno” “…esteee”  “ná”  “todo bien”.
“Cuñis”  se limitó a sonreír fríamente y despedirse. Mi amiga, todavía temblorosa, calculaba maneras de cómo “enfriarse” con la cuñis y el tamaño del arreglo de flores que le iba a enviar como disculpa.

Yo le prometí otro ramo a mi amiga, en agradecimiento por haber cumplido su promesa de que ese día me divertiría en el cine.